Mi pueblo se desertiza

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carta al directorA lomos de mi bicicleta / llevo años observando / como mi pueblo se doblega y transforma, / convirtiendo mi entorno cercano / en una ciudad "modelo", árida y sin naturaleza, / donde impera la ley del ladrillo, / hecha para una jungla de asfalto negra. 

Parte mi dilatado pedalear / de donde nuestros jóvenes hacen carrera, /
de la Universidad Pablo de Olavide, / escuela de peritos agrícolas, para más señas, / donde se eliminaron un incontable número de eucaliptos, /
había que dejar paso al mamotreto de la vía férrea.

Las dos ruedas también me llevaron / por los caminos y veredas / de una extensa Dehesa de Valme, / en otra hora de vida llena, / de una fauna y flora que se va perdiendo / y que ahora mismo se ahoga, / bajo montones de tierras movidas, / que se compactan y apisonan.

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Y al final de este recorrido / por el que mi bici me lleva, / he topado con la Hacienda Torre de Doña María, / el último bastión que queda, / de una Dos Hermanas rodeada de olivos, / árboles que son autóctonos de esta tierra, / olivos que si se les transplanta agarran, / como yo me agarro a estas letras, / en las que torpemente enlazo / los árboles con mi bicicleta, / para poder decirle a quien corresponda, / que desde primeros de año los árboles están protegidos, / y que aquí, / en mi pueblo, / "con los olivos no se juega".

 

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