El auditorio se desborda de público, con 3.800 personas, para disfrutar con el espectáculo de Se llama copla
La copla nueva, cantando sale… Entonando esta letra salieron sobre las tablas del auditorio municipal los nuevos pupilos de la canción española, los mancebos del programa de televisión Se llama copla, que han logrado revolucionar el panorama musical con un género que hasta la fecha se disfrutaba en la clandestinidad, en la privacidad del hogar. Pero el viernes, todos esos amantes de la tonadilla salieron de sus casas para abarrotar un auditorio en el que apenas cabía un alfiler. Había expectación en un patio de butacas muy familiar que apuraba los últimos minutos previos al inicio del espectáculo con una tradición tan andaluza como la copla: los bocadillos y la cerveza, o refresco en su defecto.
Como si de un gran salón comedor se tratase, el auditorio se convirtió por una noche en un hogar en el que la gran familia de la copla se dio cita en torno a la pantalla de televisión, el escenario en este caso. Como si de un sábado de Se llama copla en Canal Sur se tratase. Allí estaban los mismos: los músicos, su ya famoso director, los bailarines, la sintonía del programa y, cómo no, ellos, sus protagonistas, los concursantes : Joana Jiménez, Antoñito Cortés, Erika Leiva, Mayte Moreno y Rosa Marín.
Espectáculo intenso
Este fue el inicio de un largo espectáculo de dos horas de duración, en el que se fueron sucediendo las coplas en las voces solistas, a dúo y hasta en grupo de sus artistas. La primera en romper el hielo fue la utrerana Rosa Marín, una de las voces más clásicas y mejor moduladas del espectáculo, que entonó el que se ha convertido en un himno para ella, Te he de querer mientras viva. La ganadora, Joana Jiménez, de blanco y rojo, muy gitana, le dio su quejío flamenco con esa voz portentosa que Dios le ha regalado a María de la O. ¿Quién se acordaba de Lola Flores, si estaba la Jiménez sobre el escenario?
Desde Cádiz, los ojos más dicharacheros de la gala, y no me refiero a los de Maruja Díaz, sino a Mayte Moreno, que recibió uno de los aplausos más cariñosos de la noche. Moreno dio su toque personal a un pasodoble, Capote de Grana y Oro, y haciendo honor al mote que le han puesto en Cádiz, La Garlochí, entonó este clásico de la Pantoja. Con Ruedas de Molino, en honor a su gran admirada Marifé, otra gaditana, Erika Leiva, se estrenó en el espectáculo, aunque sería en su segunda intervención, con La Encrucijada, cuando este otro portento de la voz, que tanto recuerda a la desaparecida Rocío Jurado, se metió al público en el bolsillo. En pie recibió el respetable a Antoñito Cortés, el niño mimado del programa, aunque a veces algo sobre valorado, que rompió el fuego con su versión de Limosna de Amores.
Tras una interpretación coral de La Lirio, una de las artistas invitadas, Mª Ángeles Marín, entonó a dúo con Cortés Las Cosas del Querer,para dar paso a uno de los momentos más mágicos de la noche, el protagonizado por Rosa Marín con su Poema de mi Soledad. Gracia Montes, como bien dijo Antonio, debe estar muy orgullosa de la versión de la Marín.
¡Qué noche estamos pasando!
A partir de aquí, y una vez solventados los problemas iniciales con el sonido, se sucedieron los clásicos del programa. Antonio cantó El Emigrante, Joana su ya hecho propio Con los bracitos en Cruz y Mª Ángeles repitió con su simpática versión de La Ventolera.
Pero uno de los momentos más esperados de la gala fue la aparición en el auditorio de Patricia García, “muy orgullosa de cantar en el pueblo que me adoptó hace diez años y muy orgullosa de pisar las tablas de este escenario”. Con No te mires en el río se dio paso a la fase final del espectáculo con dos duetos brillantes, los protagonizados por Erika y Rosa con un tema del Príncipe Gitano, Ay mi Dolores, y Antonio y Joana con su Niña de Fuego.
La culminación llegó con una versión coral, muy a lo verbena de pueblo, con juego de luces incluido en la parte de los estribillos, de Lola la Piconera, mientras el público entonaba al unísono aquella famosa estrofa, con palmas a compás, de “con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”.
Para los bises, los ‘triunfitos’ de la copla tan solo cantaron, al igual que al principio, el que se ha convertido en el himno del programa, La copla nueva. Ésta se ha convertido en un grito desgarrado para dejar claro que la buena copla no ha muerto y tiene una larga vida por delante. Sobre todo, con artistas de la talla de los que se subieron el viernes sobre las tablas del auditorio y de los que aún están cantando en casa y que despuntarán en próximas ediciones de este programa.
El tirón mediático de la televisión
El auditorio estaba a rebosar de público. Muchos de los asistentes habían aguantado varias horas en la puertas del recinto para coger un buen sitio. Así lo afirmaba un señor, en segunda fila, que estaba desde las 15:30 horas haciendo cola. “Cuando vi el telediario me vine para acá”, afirmaba. Muchos aficionados a la copla, entre los que se encontraba Falete, otra gran figura del género, estuvieron en viendo el espectáculo, que congregó a casi 4.000 personas, según los datos de la Concejalía de Cultura. En total fueron unas 3.800 personas sentadas las que completaron el aforo .
Homenaje a las más grandes
Sobre el escenario del auditorio municipal, la nueva camada de la copla homenajeó a las grandes figuras de la canción española. Se oyeron temas de Lola Flores, Juana Reina, Juanito Valderrama, el Príncipe Gitano, Gracia Montes, Isabel Pantoja, Miguel de Molina, Concha Piquer, Marifé de Triana o Manolo Caracol. Un amplio y completo repertorio con los clásicos de ayer, hoy y siempre.
