Poca historia que contar

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La Sirena Roja

Francia, 2002.
Título original: The red siren.
Director: Olivier Megaton.
Producción: Simon Arma y Carole Scotta.
Guión: Alain Berliner y Norman Spinard basado en la novela de Maurice G. Dantec.
Fotografía: Denis Rouden.
Música: Nicolas Bikialo.
Montaje: Yan Herve.
Duración: 118 minutos.
Intérpretes: Jean-Marc Barr (Hugo), Asia Argento (Anita Sparo), Frances Barder (Eva), Andrew Tiernan (Koesler), Alexandra Negrao (Alice), Edouard Montoute (Oliveira), Vernon Dobtcheff (Vitali), Johan Leysen (Travis), Jean-Christophe Bouvet (Lucas).

Se estrena tardísimo, tanto como cuatro años, como la película pequeña que es (si fuese americana, ya podía ser no sólo pequeña, sino minúscula, que se estrenaría inmediatamente, incluso antes que en su país de origen –y no sería la primera vez que ocurre esto-).

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Una niña acude a la policía y denuncia el asesinato de su niñera por parte de su propia madre, una mujer muy poderosa, con oscuros negocios pero contra la que nada puede hacer la justicia. La mujer envía a sus secuaces para ‘rescatar’ a la pequeña, que se escapa de ellos, y se mete en el coche de Hugo, un francotirador con un pasado difícil que se apiada de la niña y decide llevarla junto a su padre, que ella cree vivo, pero que falleció años atrás. Tras ellos irán los secuaces de la madre y la detective Sparo, que cree que lo que dice la niña, aunque no haya pruebas de ello, es cierto y sabe que esrá en peligro.

La película que hoy nos traemos entre manos es de esas que llegan a las pantallas sin hacer ruido, sin ninguna publicidad, en ningún sitio, sin que nadie haya hablado de ella en ningún programa, aunque esté protagonizada por intérpretes (relativamente) conocidos, como son los protagonistas Jean-Marc Barr y Asia Argento, hija del mítico director italiano de cine de terror, Dario Argento. En estos casos nos encontramos ante dos posibilidades, ambas definibles como ‘una película menor’: o bien descubrimos una joya oculta, una película menor que atesora una calidad que no poseen las cintas realizadas con más medios; o bien con una cinta intrascendente, sin ningún valor de ningún tipo. En este caso en concreto está más cerca de lo segundo quede lo primero.

La sirena roja recuerda, en ocasiones, a pesar de que está basado en una novela, y salvando las evidentes distancias, a aquella obra maestra, también francesa que fue León, el profesional. El argumento tiene varias semejanzas, como el hecho de estar protagonizado por una niña, hija de padres que no la aprecian todo lo que deberían, que huye de su casa, y es protegida por un asesino (allí) o francotirador (aquí) mientras es perseguida por los ‘malos’.

La película mezcla sin ningún pudor escenas calmadas, casi tiernas, del viaje en coche de la niña con su nuevo amigo, con secuencias en las que el filme se convierte en una cinta de acción de las malas, con explosiones varias, miles de disparos, sangre a borbotones, etc, (que, aunque desconozco la novela de la que se ha adaptado, con total seguridad no estaban presentes en ella), y planos sueltos con cierto sentido onírico que no tienen lógica alguna, intercalados sin ton ni son, en cualquier lugar, en cualquier momento. Además, estamos ante una cinta previsible casi al máximo, en la que es fácil anticipar lo que va a ocurrir en la siguiente escena.

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