El pasado Domingo de Ramos, tuve la suerte de poder acompañar de nuevo a los titulares de la Hermandad a la que pertenezco, y en estos 19 años he podido ver como se ha perdido el respeto poco a poco hacia la Semana Santa y más concretamente hacia el Nazareno.
Hace unos años pocos eran los niños y no tan niños que se acercaban a un nazareno a pedirle un caramelo, cera o una estampita de la Hermandad, pues bien, les puedo asegurar desde estas líneas que el pasado Domingo, tuve que negar con la cabeza no menos de 100 o 150 veces cada vez que se me acercaba alguien a pedirme algo. Y es deprimente que una persona que está haciendo una ESTACION DE PENITENCIA, (cada uno según sus creencias, según su filosofía y según su forma) tenga que estar continuamente dando explicaciones a la gente.
Porque un nazareno no es un Rey Mago, los Reyes Magos salen el 5 de Enero y nos obsequian con miles de kilos de caramelos; porque un nazareno no es un fotografo que tiene que estar repartiendo estampitas por todo el recorrido; porque un nazareno no es un fabricante de pelotas de cera, más cercanas a un balón de futbol que a una canica.
Pero lo peor no es que sean los niños o niñas los que por iniciativa propia hagan esto, sino que son los propios padres y madres los que los animan a molestar a los nazarenos, si, aunque a alguno no le guste lo que digo, lo que hacen esos niños y niñas es MOLESTAR a aquellos que intentan realizar su Estación de Penitencia de forma anónima, callada y siguiendo las reglas marcadas por la Hermandad.
Y es que a ver si tenemos claro que el Nazareno no es un monigote que se coloca una túnica, una capa y un antifaz para entretener a cuantos niños, niñas y mayores se encuentra a su paso, sino que está realizando un acto de fé; y acompaña a sus titulares en el largo caminar por las calles de Dos Hermanas.
Por eso, desde aquí pido de nuevo un respeto al Nazareno, un respeto al cofrade, un respeto a todas las personas que hacen posible que cada año podamos disfrutar de la Semana Santa.
